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Pastora, quien renació con su municipio al hombro

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Pastora Mira en el CARE, salón donde se encuentran muchos de sus esfuerzos.

Pastora Mira García es la directora del CARE, el Centro de Acercamiento para la reconciliación y la reparación, además de que fue concejala de San Carlos; pero más importante que los cargos que ha representado, ha tenido uno por el que es reconocida por muchos: el de madre.

 

Para muchos, Pastora es la madre que el municipio le ha dado. Ha estado para ayudar a encontrar a los desaparecidos, promocionar el arte, darle voz a los civiles y excombatientes, crear procesos productivos y aun más valioso: escuchar y dar una palabra de aliento.

Ha luchado contra la corrupción de los gobiernos del municipio por recibir lo que por acuerdo municipal, le pertenece al CARE que se mantiene por el esfuerzo de una comunidad que se preocupa por recordar el pasado de una manera diferente y no dejar que llegue al olvido.  

Sin embargo, aunque es reconocida como una de las líderes de la memoria más importantes, según la comunidad; la vida para Pastora no ha sido fácil. A ella también le tocó vivir los horrores de la guerra, los miedos y la pérdida, su historia tiene muchas despedidas, pero también está llena de fortalezas y momentos de victorias que muy pocos logran. 

Cuando tenía solo 8 años, se despidió de su padre que fue llevado por las garras de un paramilitar de las AUC y fue años después, cuando ella trabajaba en la registraduría del municipio, que supo cuál era el hombre que le arrebató la compañía de su padre. Son muchas las posturas que hubiera podido tomar, pero el día que vio a un hombre consumido en la enfermedad y absorbido por la soledad y miseria; decidió que debía hacer algo diferente. 

Pastora se convirtió en una ayuda para el hombre que armado en armas, tuvo la valentía de dejarla sin padre. Le llevaba alimentos, cuidaba sus dolores y hablaba en sus silencios; todo mientras él no supiera quién era ella realmente.

 

Fue en una tarde de conversación y comida, que la madre de aquel ser consumido en su enfermedad, decidió tomar la iniciativa y con rabia le dijo: "¿usted sabe que ella es una de las muchas huérfanas que usted dejó?".

 

Después de esa tarde, el hombre nunca más volvió a cruzar palabras con ella no la volvió a mirar a los ojos y fue allí, donde Pastora entendió que el dolor que él sintió, fue suficiente castigo. Ella escogió el camino del perdón. 

Cuando se volvió madre, el conflicto continuaba en el municipio y por un tiempo tuvo que enviar a sus hijos a estudiar en Medellín; pues una de sus hijas, se había enfermado del miedo que le generaba ir a la escuela. Sin embargo, ella no fue capaz de dejar su municipio atrás y constantemente estaba volviendo, hasta que decidió volver completamente a él.

Con el tiempo, sus hijos volvieron a donde nacieron y así como su madre, tenían la inquietud por apoyar a la comunidad y ayudarla a trabajar para reconstruir la confianza en el otro. En ese camino, resaltaron dos de sus hijos: una profesora en una vereda tomada por los guerilleros de las Farc y un joven que creó un programa de desminado en el municipio. 

La historia de su hija fue todo un proceso, pues los profesores fueron 

el blanco de los entes armados por mucho tiempo y la labor de ella 

en una vereda causó que no pudiera volver al pueblo, porque la 

tachaban de informante. 

Fueron días llamando, preguntando y averiguando por su hija por donde

podía; para cuando finalmente logró saber algo, no tuvo oportunidad para ayudarla y fue asesinada por el grupo paramilitar en la vereda. Sin embargo, la agonía de buscar a su hija, se le sumó que el grupo insurgente no le dio información de donde se encontraba el cuerpo. 

Desde el primer día, sabía que no iba a descansar hasta darle el descanso que merecía su hija, fueron 6 años de búsqueda, sueños donde ella le pedía que la buscara y no se rindiera, presión sobre las entidades para que la apoyaran y preguntas a todos los que tuvieran información sobre dónde quedó su hija. 

Después de meses buscando en una pequeña montaña donde le habían asegurado que se encontraba, se terminó el día de búsqueda y volviendo a la carretera para volver a casa, escuchó como su hija la llamaba del lado opuesto de la carretera donde estaba. A ese punto, ella ya había aprendido que quienes no han sido encontrados, también apoyan a que los busquen y luego de unos minutos buscándola al otro lado, finalmente la encontró. 

La historia con su hijo menor Jorgito, como lo llaman de cariño, fue muy diferente. Su hijo menor siempre se había imaginado cómo sería San Carlos sin armas y cuando creció, decidió ayudar a la comunidad con lo que podía, por eso creó una propuesta para realizar el desminado en el municipio.

El 4 de mayo de 2005 fue secuestrado por los paramilitares y el 18 de el mismo mes, fue asesinado y dejado en el pueblo. Dos días después de su entierro, Pastora salía de la iglesia y llegando a su casa, se encontró con un tumulto de personas y un joven con la pierna herida que gritaba porque los paramilitares lo habían abandonado.

Cuando Pastora lo vio, decidió que ella podía ayudarlo, pero primero le dijo al jóven que si deseaba su ayuda, no se podía quejar de que lo hubieran dejado. Llevó al jóven a su casa y con la asesoría de una amiga que era enfermera; le curó la pierna al jóven, le dio ropa de su hijo y lo dejó descansar en la habitación de Jorgito. 

Mientras ella hablaba con su familia en la sala, el joven que en ese momento era combatiente del grupo paramilitar, preguntó:

-¿Qué hacen fotos del pelao que matamos hace unos días aquí? 

Pastora no tiene palabras para describir lo que sintió en ese momento, sin embargo recuerda que la claridad y tranquilidad invadieron sus palabras. Su familia ya planeaba matar al chico y ella con voz firme les dijo:

 

-Listo, yo lo mato y lo pico. Pero como eso es ilegal, yo me entrego a la policía y al día siguiente, usted van con Jorgito y me visitan en la cárcel. 

 

Ella ya había entendido que la venganza no le iba a dar ninguna tranquilidad y que nada lograría que su hijo volviera a casa. Fue su familia quienes tuvieron que aprender esa lección en ese momento. 

Pastora Mira lleva su vida trabajando para que San Carlos no se consuma en el dolor y la venganza por el conficto armado que los rodeó por años. Por esto, su vida es un ejemplo de resistencia y persistencia que le dio la fuerza necesaria para continuar con su lucha por un municipio unido para recordar su historia con otro significado. 

El CARE, fue un proyecto que decidió crear en 2006 y que hoy continúa impulsando con el apoyo de diferentes grupos de la comunidad a los que se han unido también, excombatientes. 

El CARe

El CARE, Centro de Acercamiento para la reconciliación y la reparación fue creado con la intensión de unir a la comunidad de San Carlos para lograr el perdón, seguir adelante recordando con sentimientos positivos y apoyar a quienes necesitan o desean hacerlo. 

 

Hoy la directora continúa siendo Pastora Mira y desde el momento de su creación, han realizado muchos proyectos para apoyar a que la comunidad resignifique lo que vivieron y sintieron. Realizaron trabajos de la mano del Ejército colombiano, excombatientes, Gobierno nacional y municipal, comunidad y actores externos e imparciales como fundaciones u organizaciones privadas. 

Entre actividades de charlas con victimas y victimarios, buzones anónimos para espacios minados, lugares de memoria, acompañamiento a los excombatientes que vuelven al colegio, actividades de memoria, búsqueda de los desaparecidos o otras tan simples pero a la vez ricamente complejas como lo fue un partido de futbol de la comunidad con excombatientes.  

Todas fueron actividades que apoyaron a que una gran parte de la comunidad transformara su forma de ver el pasado y dejaran los sentimientos negativos sobre el conflicto y los entes que influyeron en este atrás para darle otro significado a la realidad actual del municipio, sin olvidar lo que pasó y quiénes fueron los responsables. 

El CARE es un lugar de memoria que en

el cada esquina muestra una parte de lo

que debe ser recordado de forma que

permanezca con un significado diferente.

Una de las actividades más valiosas para

resignificar el pasado es que lo que fue

una casa de paramilitares es el lugar

donde hoy resiste el CARE.

 

Nota: si deseas conocer más de las

actividades elaboradas por el CARE,

te invitamos a que leas los demás

relatos que tenemos en esta página

web.

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