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702 kilómetros cuadrados de resistencia
La transformación del tejido social en San Carlos, Antioquia desde el año 2002, en un contexto de conflicto armado
No lo escogió, pero lo vivió
El conflicto armado colombiano tiene víctimas en cualquier lado por el que se pregunte; las reclutaciones frozadas, los malos tratos, violaciones, explotación laboral y maltrato psicológico son algunas de las situaciones que se vive cuando se es un combatiente de grupos ilegales.
Jose es el nombre que se le dará a un excombatiente de las AUC que accedió a contar su historia de cómo pasó de buscar trabajo para sostener una familia que nacía, a ser un exmando militar de la milicia.
Él tenía 29 años y vivía en la zona urbana de algún lugar de Colombia con su esposa y un pequeño en camino. El trabajo era escaso y el que había, no le daba lo que su familia necesitaba; hasta que un día le contaron de un "trabajito en una finquita" por allá en Caquetá, por el que pagaban bien.
En el camino, Jose se llenó de una sensación incómoda, le parecía que ya estaba muy lejos de la mujer y pensó que cometió un error al dejarla sola; sus pensamientos se acentaron cuando unos hombres armados, pero sin uniforme, pararon el taxi en el que iban y obligaron a que él y otros 3 más se bajaran del auto.
¿¡Para dónde van!?, fue la pregunta gritada de uno de los hombres armados, los 4 desarmados, solo sabían que era el taxista quien los llevaría a la finca donde trabajarían. Jose dice con tranquilidad que él no estaba tan consternado como sus compañeros, ya había prestado servicio militar y ya sabía que el silencio con obediencia le salvarían la vida.
Lo habían engañado, iba a trabajar para el Bloque central de las AUC en Caquetá y no había vuelta a atrás; quien creyó que así será cuando les preguntaron si se querían ir, murió segundos después de pronunciarse.
Y empezó la pesadilla de batallar día a día, pero no con armas por un territorio; sino con permisos para llamar a la mamá, con hacer comida, lavar la ropa y rogar por un día libre en el pueblo, lejos de la lluvia el frío del monte.
La vida no fue fácil, tuvo que aprender a ser malo y a hacer cosas que no quería pero que sabía que no hacerlas sería ponerle fecha a su muerte. finalmente, la causa paramilitar terminó siendo una de sus motivaciones
Hoy es consiente y expresa realidades que en su momento no veía. El abuso psicológico de insultos y maltratos que vivió en las montañas era el mismo que él generaba en los habitantes de San Carlos que regaban la voz de que ya había llegado al pueblo y era mejor no estar a su alcance.
Incluso después de someterse a la justicia y el proceso de desmovilización que se dio en el gobierno de Álvaro Uribe, el dejar el poder que dan las armas, fue un proceso complicado que le tomó tiempo.
Durante la guerra, tuvo que decidir entre él o el otro y si se trataba de guerrilleros, la duda era menos grande. La rivalidad que había ente los dos grupos armados, fue tomada por Jose como un asunto personal que hoy defiende en algunos aspectos.
Dentro de su versión, cuenta que muchas de las masacres que realizó el grupo armado AUC, fue hacia guerrilleros que se escondían o eran protegidos por la comunidad, sin embargo no se tuvo presente que era la comunidad la que no tenía otra opción.
Pasó por un proceso de volver a la escuela nocturna con 10 compañeros excombatientes y 30 jóvenes sancarlitanos que inmediatamente fueron retirados de la escuela porque los papás no querían que sus hijos estudiaran con excombatientes.
Sin embargo Jose buscó la forma de cambiar su reputación de armas y crearse una nueva por la que recibió felicitaciones y acogida de parte de los sancarlitanos, otros excombatientes de diferentes grupos e incluso, víctimas.
Hizo parte de lo que se denominó como "Número cero", un módulo creado para reeducar muchas costumbres de excombatientes que se inscribieron en el proceso de reinserción a la vida civil. Dentro de las actividades que vivió, contó la verdad, dialogó con las víctimas y dio lo que tenía por reconstruir su vida, la de las víctimas y el municipio.
Sus días hoy son diferentes. Puede sentarse con un
excombatiente de las FARC y no tiene problemas en hablar
y compartir un tinto o cerveza, tiene una pareja y lucha
por darle un futuro diferente a sus hijos.
Sin duda, el pasado no se olvida, pero sí se perdona y se
reconcilia. Este es un claro ejemplo de que sí es posible con
diálogo, perdón y motivación.
Jose no entró a las AUC porque lo quisiera, la vida lo llevó a lo que él dice, no volvería nunca, pues para él: "no hay precio para la tranquilidad".
No lo escogió y sin embargo, le tocó vivirlo.
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